Clara encontró un oso herido. Lo llevó a su casa, le dio de comer y le leyó muchos cuentos.
El invierno había llegado a las montañas leonesas. Mamá osa buscó una cueva bien calentita y se metió allí para pasar el invierno y descansar, porque iba a traer al mundo un nuevo osito.
Comió todo cuanto tenía alrededor y, con la barriga bien llena, hizo que su corazón latiera lentamente y se quedó dormida durante muchos días.